Recuerdos dormidos,
pedacitos de otra vida,
grabados a fuego y hierro
sobre una piel dolorida.
Tesoros que un día enterré,
bajo la bruma del alba,
con la nostalgia de ayer
envuelta entre la esperanza.
Tesoros que cuando voy a buscar,
entre mis dedos se escapan,
porque el tiempo y la razón
transformaron la ilusión,
en simples gotas de agua.
Recuerdos que rio abajo se irán,
sin dueño que los gobierne,
nadando a contracorriente,
hasta fundirse en el mar.